lunes, 26 de febrero de 2018

CHINA Y EL MERCADO DE FARMACOS

La irrupción de China en el mercado global de fármacos que puede cambiarlo todo

El país asiático ya es el segundo mercado mundial de medicamentos. Superada la fase de las falsificaciones, los fármacos chinos aspiran ahora a conquistar el mundo, y lo están logrando

Foto: Dos investigadores preparan un medicamento en un laboratorio de la Universidad de Nanjing, en abril de 2011. (Reuters)
Dos investigadores preparan un medicamento en un laboratorio de la Universidad de Nanjing, en abril de 2011. (Reuters)
Con distintos científicos enfermando a causa de la mala ventilación del laboratorio, o probando ellos mismos la nueva medicina debido a la falta de pacientes. Así se produjo el mayor descubrimiento médico de China en el siglo XX, cuando un equipo de investigadores consiguió desarrollar la artemisinina, un efectivo tratamiento contra la malaria. “En los años setenta, la investigación sufría una grave infrafinanciación en China”, explicaba Tu Youyou, la líder del proyecto, al recoger el premio Nobel de Medicina en 2015 por el tratamiento. Pero sin duda, el próximo gran hito médico de China se producirá en condiciones muy distintas.
La administración y el sector privado del país han reforzado su apuesta por la investigación, para convertirse en referentes en la industria farmacéutica y la biotecnología, uno de los mercados más prometedores del siglo XXI. China ya es el segundo mercado mundial de medicamentos, y las ventas alcanzaron los 94.000 millones de euros en 2015, según datos de la consultora McKinsey & Company. A medida que la riqueza del país aumente y la población envejezca, el sector seguirá creciendo. Y las consecuencias globales serán de gran alcance.
Tradicionalmente, la industria china ha estado dominada por hasta 5.000 productores locales, centrados en fabricar genéricos y, en algunos casos, copias de productos occidentales. Debido a la desconfianza hacia los medicamentos locales, muchos ciudadanos siguen revendiendo entre compañeros y familia todo tipo de productos médicos comprados en el extranjero. Pero las empresas han empezado a invertir en los últimos años en innovación, y a colaborar con grandes compañías extranjeras. “Mientras que hasta hace poco se centraban en genéricos, ahora han empezado a crear nuevos productos”, explica a El Confidencial Christopher Laing, que en 2015 recibió una beca Eisenhower para investigar la innovación china en el sector.
En declaraciones a Reuters, el director de la farmacéutica GlaxoSmithKline en China, Herve Gisserot, apuntaba que Pekín empezó a presionar en el mercado para eliminar medicamentos de baja calidad. A su vez, las firmas chinas han empezado a exportar tecnología y talento del exterior. “Antes, se trataba de empresas extranjeras adquiriendo compañías del mercado local, pero cada vez más a menudo se puede observar a compañías farmacéuticas chinas comprando activos en el extranjero, y trayendo de vuelta a China tecnología y talento”, confirma Dandan Ye, directora ejecutiva en banca corporativa de SPB-Silicon Valley Bank, una ‘joint venture’ sino-americana centrada en industrias emergentes.
Vecinos de Suqian observan la destrucción de medicamentos falsificados con una apisonadora, en diciembre de 2006. (Reuters)
Vecinos de Suqian observan la destrucción de medicamentos falsificados con una apisonadora, en diciembre de 2006. (Reuters)

Formar a nuevos talentos

Ya hay indicios prometedores de tratamientos chinos que podrían beneficiar a personas de todo el mundo. La compañía china Chi-Med, por ejemplo, anunció el pasado octubre que más del 60% de pacientes habían respondido favorablemente a un tratamiento con savolitinib, un nuevo tipo de medicamento que podría ser usado para tratar distintos tipos de cáncer en el futuro. Si los próximos tests dan resultados positivos, la firma solicitará realizar nuevos ensayos clínicos para poder comercializar en Estados Unidos el tratamiento, desarrollado conjuntamente con la británica AstraZeneca. “Se tarda veinte años en conseguir un gran éxito, y ahí es donde nos encontramos ahora”, explicaba a The New York Times Christian Hogg, director ejecutivo de Chi-Med.
Por otra parte, otros productos ya son exportados con regularidad. Las inyecciones de la farmacéutica Tide Beijing, consiguieron en 2010 la aprobación del Ministerio de Salud de Japón, y desde entonces ha vendido más de 10 millones de viales en el país.
China se ha convertido en el segundo país que más invierte en I+D a nivel mundial, según recogía el centro de investigación europeo Bruegel, y desde 2007, es la región que más doctorados ha otorgado en ciencias médicas e ingeniería. El país ambiciona ser un importante centro de innovación global en 2020, y el principal líder en ciencia e innovación en 2050. A su vez, el ejecutivo ha lanzado iniciativas para que el talento chino en el extranjero vuelva a casa. Más de 4.800 personas se habían beneficiado hasta 2014 del ambicioso programa “1.000 talentos”, que ofrece todo tipo de ventajas a los académicos que deciden volver al gigante asiático.
“Hace diez años, se incrementó la presión para aumentar el estatus internacional de la investigación académica. Los científicos fueron animados a empezar a publicar en revistas científicas internacionales”, explica Laing. El experto asegura que el impulso en la investigación académica “es un modelo global” para desarrollar también la innovación en el sector privado, y que China ha seguido un plan “estratégico y constante” en ese sentido.
El ejecutivo también ha implementado otras medidas para estimular la investigación entre las empresas privadas. La Administración de Alimentos y Medicamentos del país anunció el octubre pasado reformas para disminuir el tiempo de espera para nuevas medicinas, y se ha puesto un mayor énfasis en la protección de la propiedad intelectual en el país. Durante años, la facilidad con la que todo tipo de fármacos podían ser replicados ha desalentado la innovación.
Un stand de Shanghai Pharmaceutical Holding Co Ltd. durante una exhibición farmacéutica en Shanghai, en 2012. (Reuters)
Un stand de Shanghai Pharmaceutical Holding Co Ltd. durante una exhibición farmacéutica en Shanghai, en 2012. (Reuters)

Aceptación internacional

Las reformas han generado respuestas positivas en el sector farmacéutico chino, que consideraba estos problemas obstáculos importantes a la hora de estimular la innovación en el mundo del medicamento, explica Laing. “Sin duda, la mejoras […] ayudarán a la expansión internacional de las innovaciones chinas, aunque los efectos aún tardarán un poco a notarse”, puntualiza.
La Administración de Alimentación y Medicamentos de China fue también aceptada en el Consejo Internacional de Armonización el año pasado, un órgano centrado en la equiparación de estándares a la hora de dar luz verde a distintos medicamentos, y los productores esperan que a partir de ahora sea más fácil acceder a mercados internacionales. “Ha sido comparado con la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001”, explica Ye.

Los mercados financieros han reaccionado con entusiasmo al impulso de la industria farmacéutica china, y muchas de sus compañías han atraído financiación china e internacional durante los últimos años. BeiGene, una compañía especializada en tratamientos contra el cáncer, y Chi-Med recaudaron respectivamente 128 y 80 millones de euros durante su incorporación al Nasdaq, recogía Financial Times. De manera similar, Zai Lab, que aspira a convertirse en un líder del sector biotecnológico, recibió ese mismo año unos 80 millones de euros de inversores privados norteamericanos, después de pactar con la compañía surcoreana Hanmi el desarrollo y la comercialización de un medicamento para el cáncer de pulmón para el mercado chino.

Pese a no tener datos exactos, Dandan Ye, de SPB-Silicon Valley Bank, calcula que durante 2017 la inversión en el sector farmacéutico y de la biotecnología en China ha superado los 12.500 millones de euros. “El sector se está volviendo demasiado popular […] y es necesario realizar inversiones racionales”, advierte.

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