viernes, 7 de septiembre de 2012

La controvertida evolución de Obama



                                                  
Pese a presentarse como un político diferente, que llevaría a cabo un cambio tan profundo en su país que impactaría en el resto del mundo, el presidente saliente Barack Obama no ha escapado al destino de hacer menos de lo que prometió y cambiar pero no en el sentido que se esperaba. Análisis de Mariano Aguirre, experto en relaciones internacionales.

Por Mariano Aguirre, 
Director del Norwegian Peacebuilding Resource Centre (Oslo) 
El primer presidente mestizo de Estados Unidos heredó un país en crisis interna y deslegitimado internacionalmente. La crisis era el producto de décadas de políticas neoliberales y de una serie de profundos cambios mundiales.
El ascenso de China, Brasil, India y otros países "emergentes”, el declive económico interno de Estados Unidos y Europa, y el desplazamiento geopolítico del poder global del Oeste hacia el Este (y en parte hacia el Sur) son los signos más evidentes de este cambio.
Obama reconoció que Estados Unidos ya no podría actuar solo frente a cuestiones como la crisis ambiental. Igualmente, estableció que su país no continuaría violando los derechos humanos ni el derecho internacional en la lucha contra el terrorismo. Consecuentemente, prohibió el desplazamiento de prisioneros a otros países para ser interrogados al servicio de Estados Unidos al tiempo que prometió que cerraría la prisión de Guantánamo.
Su mensaje fue sencillo: reducir los gastos en guerras en el extranjero, liderar en el mundo a través de la cooperación con otros, controlar un sistema financiero improductivo, disminuir el déficit fiscal y promover la renovación industrial (con una perspectiva ecológica) y de infraestructura públicas en Estados Unidos. En otras palabras, centrarse en los problemas internos para competir mejor, recalibrar las alianzas internacionales, salir de las guerras de Iraq y Afganistán (y tratar de no entrar en otras).
En política interior su principal logro ha sido instaurar un sistema de salud semi pública en una batalla que todavía no ha terminado. La forma en que ha gestionado la crisis financiera es controvertida y Estados Unidos no está a salvo de sufrir una recesión. En el terreno de los impuestos cedió ante la mayoría republicana y mantuvo una cuasi exención a los grandes capitales que había instaurado George W. Bush.
En el segundo año de su presidencia Obama perdió la mayoría demócrata en el Congreso. La oposición republicana le impidió cerrar Guantánamo, se opuso a la economía verde, y con ayuda del Tea Party y otros movimientos ultraderechistas le obligaron a dedicar tiempo en defenderse de ataques personales.
Internacionalmente, Obama asumió que Afganistán e Iraq serán países en conflicto, fragmentados e inestables. Los avances que se lograron (elecciones, escolarización, parcial incorporación de la mujer a la política y la sociedad) posiblemente se pierdan, especialmente en Afganistán si los Talibanes toman el poder después que se terminen de retirar las tropas internacionales en 2014. En los dos casos permanecerán fuerzas, y bases, de Estados Unidos pero sin entrar en combate directo.
Obama ha asumido una política exterior agresiva pero de confrontación indirecta, como lo explica David E. Sanger en su libro "Confront and conceal", utilizando la guerra cibernética contra el programa nuclear iraní (en coordinación con Israel); los aviones no tripulados (drones) para eliminar a posibles terroristas en Afganistán y Pakistán; comandos para operaciones especiales (como fue la muerte de Osama bin Laden); y apoyo a los aliados de la OTAN (Gran Bretaña y Francia) que lideraron la operación contra Gadafi en Libia. Respecto de su decisión de fortalecer la presencia naval de Estados Unidos en el Oceáno Pacífico es un mensaje de fuerza hacia China.
Su estrategia es coherente con dos cuestiones que tienen mucho impacto en la sociedad estadounidense. Primera, reducir los gigantescos costes que tienen intervenciones militares como las de Iraq y Afganistán. Segunda, disminuir drásticamente el riesgo de bajas propias.
En los casos que la diplomacia no le ha funcionado, por ejemplo al presionar a Israel para que llegara a un acuerdo sobre los dos estados con los palestinos, ha dejado de lado el tema para centrarse en lo que puede mostrar como éxitos.
El presidente que obtuvo en 2009 el Premio Nobel de la Paz ha decidido continuar con una política exterior fuerte y violenta, pero adaptada a los tiempos de crisis.

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