1. Brooklyn Heights
Brooklyn está de moda. Fue el primer suburbio de Estados Unidos y allí vivieron intelectuales y escritores. La mejor manera de llegar a
Brooklyn Heights es caminando por el paseo costero. Un dato: quien tenga pensado pasar el 4 de julio en Nueva York, esta pasarela de 500 metros, inaugurada en 1950, es perfecta para ver los fuegos. Cranberry, Willow, Hicks: calles arboladas, con edificios de ladrillo elegante y gastado construidos en las primeras décadas de 1800. En Montague St. hay tiendas, restaurantes y cafés para una pausa.
2. Time Out
El mejor calendario de eventos, qué hacer, barrio por barrio, circuitos de compras y paseos, críticas de nuevos restaurantes y shows está en la revista
Time Out, la mejor guía de programas para adueñarse por unos días de Nueva York. Aparece todas las semanas y cuesta menos de u$s 5. De los revisteros de la calle se puede tomar otra guía,
Village Voice, que es gratuita.
3. Central Park
Los newyorkers viven en departamentos mínimos. Si bien cada barrio tiene su parque, el
Central Park es la referencia, casi un cuarto más de la casa cuando el tiempo lo permite. Running, picnic, lectura, fotos de boda, una caminata por
Strawberry Fields -nombrado en honor a John Lennon que vivía cerca, en el edificio Dakota-, música, escenas de película, besos bajo un cerezo, cada habitante se apropia del Central Park a su manera.
Plantado entre el Upper East y el Upper West, tiene 341 hectáreas y 150 años de historia: fue el primer parque público de Estados Unidos. Una hora en bicicleta (u$s 9) alcanza para un pantallazo. Las bicis se alquilan cerca del
Boat House que, a propósito, tiene un brunch muy bueno los fines de semana.
4. Williamsburg
La avenida principal de la zona más trendy del barrio es
Bedford. Allí encontrará cafés, personajes y situaciones. En
Oslo Coffee (133 Roebling St.), expressos bien hechos y muffins esponjosos. En el
W-burg hay más de 40 espacios de arte. Los segundos viernes del mes, muchas galerías abren hasta tarde. Entre locales de ropa vintage, ferias y ecoboutiques, City Reliquary (370 Metropolitan Ave) es un museo de memorabilia de Nueva York: desde colecciones privadas de tijeras hasta pósters de Miss Subway, un título de belleza que existió entre 1941 y 1976.
Warsow, la Casa Polaca (261 Driggs Ave.) tiene bistró, cerveza polaca y shows. La zona cuenta con cocina thai de primer nivel:
Amarin (617 Manhattan Ave.). El Music Hall de Williamsburg maneja una agenda de conciertos de indie pop y rock (entradas entre u$s 15 y 35).
Otro para la noche,
Pete's Candy Store (709 Lorimer St.), un antiguo negocio de golosinas devenido pub con bandas en vivo y entrada gratis. Cuando el barrio se apaga, seguro que Rose Mary's, un bar en Bedford, a media cuadra del subte, sigue encendido, fiel a su leyenda: Everybody's Bar Everyday, el bar de todos, todos los días.
5. Chinatown
El
Chinatown de Manhattan tiene alma de pulpo: si bien las calles principales están al Sur de Canal y al este de Broadway, también hay negocios, restaurantes y supermercados que se asoman en el vecino
Lower East Side. Y en
Little Italy, que se ha ido encogiendo y da la impresión de que de un momento a otro se la comerán con palitos. Chinatown conforma la comunidad más grande fuera de Asia. Imposible no comprar en Chinatown: joyas, carteras Louis Vuitton y Prada a veintitantos dólares y lólex, que no son otra cosa que Rólex truchos. Las pescaderías son un lujo y los supermercados, un museo vivo de la cultura asiática. En Chinatown hay más de 200 restaurantes, donde comer los famosos dumplings de cerdo o el pato laqueado. A propósito, algunos creen que aquí es donde vienen los patos del Central Park en invierno.
6. La terraza del Met
Además de 26 mil árboles de 140 especies, el Central Park tiene el
Metropolitan Museum, que ocupa más de cinco hectáreas, y para muchos la madre de todos los museos de la ciudad. Desde la terraza, la vista del parque con la ciudad en el fondo es magnífica. Hay un bar donde tomar un trago o un café. En sus instalaciones, el Met guarda nada menos que cinco mil años de arte. Se hacen recorridos guiados, pero es importante preguntar antes qué área visitarán. Reserve un tiempo para los shops de los museos porque suelen tener ofertas de libros de arte. A diferencia del resto de los museos, aquí la entrada es a voluntad. Lunes, cerrado.
7. Hopper en el Whitney Museum
Este tip es para fanáticos de Edward Hopper. El museo es dueño de toda la colección del maestro de la luz y la síntesis, y un profundo analista de su país. Lo mejor del
Whitney es que muestra el camino recorrido por el pintor: el tránsito desde la primera arquitectura -los bocetos sobre construcción concreta, con vigas y estructura y niveles- hacia la arquitectura de la soledad y los mundos construidos con angustia, luz y seres solos. Entrada: u$s 15. Lunes y martes, cerrado.
8. Dumbo
El nombre de este barrio no tiene nada que ver con Disney.
Dumbo quiere decir Down Under the Manhattan Bridge Overpass y se refiere al distrito neoyorquino que está justo del otro lado del Puente de Manhattan. Es un barrio antiguo, con fábricas de ladrillo de la época en que no existía el puente y se cruzaba el East River en ferry.
Los fines de semana suele haber ferias de arte y negocios que venden samples o muestras de ropa sin etiqueta pero de marca. ¿Una pausa? Pruebe las tartas de
Grimaldi's (19 Old Fulton St). Cerca, entre los dos puentes, el de Manhattan y el Brooklyn, se extiende el Empire-Fulton Ferry State Park, un área verde a orillas del río, con vistas espectaculares del skyline de Manhattan. Debajo del Puente de Manhattan encontrará el mejor setting para un picnic de primavera. De postre, una pâtisserie en
Almondine (85 Water St.), de las mejores panaderías de la ciudad. Se puede caminar hasta el Puente de Brooklyn, desde donde se ve el Financial District, hermético, vidriado, alto.
9. Gospel en Haarlem
Una aclaración: el gospel es parte de una ceremonia religiosa, no un show para turistas. En el corazón de Haarlem, la
Abyssinian Baptist Church fue fundada en 1808. Los servicios más concurridos son los de los domingos, a las 9 y a las 11 de la mañana. Van muchos fieles y cada vez más turistas; a pesar de hacer una hora de cola es difícil conseguir lugar. En cambio, en la ceremonia del miércoles, a las 19, se entra sin espera. Primero, el ministro da un discurso, en general, con sentido del humor. Los fieles comentan mientras el pastor habla, yes sir, oh yes, y se ríen a carcajadas de sus bromas. Después, viene el coro de gospel. Serán unas 15 personas que suenan con la potencia de un órgano medieval.
10. El Puente de Brooklyn, al atardecer
Cuando se inauguró, en 1883, fue el puente colgante más largo del mundo. Tiene casi dos kilómetros de largo y, cada día, lo utilizan 150 mil autos, 1.200 bicicletas y 2.500 peatones. Fue diseñado por el ingeniero John Augustus Roebling y se construyó en un momento de apogeo sin igual de Brooklyn: era la tercera ciudad más grande de Estados Unidos y se necesitaba un puente que la conectara con Manhattan. La aclaración de hacer la caminata al atardecer es por la luz y porque a esa hora la población que lo atraviesa es más heterogénea. No son únicamente turistas, como durante el día, sino también locales que regresan a su casa en Brooklyn o que salen a correr o en bicicleta. Atención: el carril de los ciclistas es muy respetado. Después de cruzar la torre neogótica, en Brooklyn, puede llegar caminando a Dumbo. Si ya es hora de cenar, un recomendado:
The River Cafe, con una vista increíble.
11. La Quinta Avenida, tres recomendados
Los que ya fueron seguramente tendrán lugares. Durante muchos años, fue un lugar turístico fundamental. Hoy, ya no tanto. La segmentación por gustos y afinidades es lo que más sale. Pero, seguramente, en algún momento, camine por la Quinta. Cuando pase entre la 49 y la 59 por lo menos péinese: es la zona comercial más cara del mundo. El metro cuadrado cuesta más de 16 mil dólares.
Antes de cruzar la 50, el
Rockefeller Center, un clásico para patinar en invierno y disfrutar los canteros de flores en primavera. Grandes vistas de la ciudad, el Hudson y el Central Park desde Top of the Rock, en el piso 70 (u$s 21). En diagonal y rodeada de edificios,
St. Patrick's fue la primera iglesia de la ciudad y es la iglesia católica más grande del país. En la 42 y la Quinta, la
Public Library, un lugar para tener en cuenta. También, hay acceso a Internet sin costo, algo curiosamente difícil de encontrar en la Gran Manzana. A la salida, un desvío verde: Bryant Park.
12. Times Square
Aquí, el último no apaga la luz. El
mítico cruce de Broadway y la 7ª brilla las 24 horas. Durante años tuvo mala reputación, pero después de la limpieza del alcalde Giuliani y el estreno del musical de Disney, El Rey León, se ha convertido en un lugar turístico sin igual. Por momentos es difícil avanzar por la cantidad de gente y las vidrieras con descuentos. Las publicidades tamaño extra large de los musicales se pelean, en definitiva, por uno, para que su cartel venda más entradas.
Desde lo alto de la gran escalera roja se logran vistas del conjunto luminoso, que tiene su punto culminante cada 31 de diciembre, cuando se reúnen más de 300 mil personas a recibir el Año Nuevo. Debajo está la ventanilla de TKTS, el lugar donde conseguir tickets con descuento para los shows de la misma noche. Suele haber cola pero no tanta. Es bueno comprarlos temprano porque los musicales empiezan a las 19, en el vecino distrito de los teatros.
13. Thrift Shops
Esta información es para compartir con gente que valore lo usado: ropa, muebles, joyas, objetos únicos. Se llama thrift shops a los negocios de segunda mano. En los de Manhattan es posible encontrar tesoros, como un blazer de pana de los años 70 en buen estado y por u$s 10, una alfombra turca nueva por u$s 25, una campera larga de pluma por u$s 30, un pañuelo de seda con estampas de la torre Eiffel, por u$s 1. Lo mismo que en una tienda vintage del L.E.S. cuesta u$s 100, en un thrift shop puede salir u$s 8 o u$s 12. En general dependen de una iglesia o institución de caridad: lo que se vende proviene de donaciones y lo que se recauda es para obras de beneficencia. Recuerdo especialmente el de Saint George's, frente a Gramercy Park, uno de los parques más exclusivos de la ciudad: desde 1830 sólo ingresan los vecinos que tienen llave.