La economía española sigue atascada. “La información más reciente relativa al último trimestre del año apuntaría a una continuación de la caída de la actividad económica como resultado de la contracción de la demanda interna”, señala el último Boletín económico difundido este viernes por el Banco de España. Traducido: la economía seguirá en caída libre en el último trimestre lastrada por el retroceso del consumo. Ya lo advirtió el ministro de Economía, Luis de Guindos, hace unos días: “El cuarto trimestre va a ser el más difícil de esta recaída”. A falta de conocer los datos definitivos de la economía entre octubre y diciembre, el Banco de España certifica que en el tercer trimestre la actividad se contrajo un 0,3% en términos intertrimestrales. Este dato es una décima mejor que el del trimestre anterior. Pero las previsiones del último trimestre auguran que será peor.
La subida del IVA, que entró en vigor el pasado septiembre, afectó al gasto de los hogares. El consumo privado muestra una “tónica contractiva”. El índice de comercio al por menor, el más fiable para chequear la salud del consumo, registró en octubre un retroceso intermensual del 0,5% [el descenso interanual fue del 8,1%]. Las matriculaciones de vehículos, que aumentaron un 5,3% en noviembre respecto al mes anterior gracias al Plan PIVE del Gobierno [el plan de ayudas para el sector del automóvil], fue el único dato favorable del consumo.
Hasta ahora los únicos datos favorables de la economía española eran el turismo y las exportaciones. Pero el Banco de España constata en su informe mensual “una moderación del dinamismo mostrado por el turismo en la parte central del año”.
Las exportaciones se están convirtiendo en el único motor de arrastre de la actividad económica. Las ventas al exterior de bienes aumentaron en octubre un 8,6% respecto al mismo mes del año pasado impulsadas por las operaciones a países de fuera de la Unión Europea. Por el lado contrario, las importaciones cayeron en octubre un 6,3% respecto al año anterior. Este vigoroso aumento de las exportaciones y la debilidad de las importaciones permitió reducir el déficit comercial un 59% en octubre. No obstante, estos indicadores revelan cierta flojera de la economía española, puesto que las importaciones caen por la caída de las rentas disponibles y las exportaciones por la rebaja de precios, que está aumentado la competitividad de las empresas españolas.
Esta situación afecta positivamente a la balanza de pagos que en septiembre arrojó un saldo positivo por tercer mes consecutivo de 423 millones de euros. Esto ha permitido reducir sensiblemente las necesidades de financiación de España. Así durante los nueve primeros meses del año el país necesitó 12.600 millones para financiar sus actividades económicas, menos de la mitad que hace un año.
El supervisor destaca en su informe que “para lo que resta de 2012, debe tenerse en cuenta que en el cuarto trimestre se concentra una parte significativa del impacto de las medidas aprobadas durante el ejercicio, entre las que destacan los incrementos del IVA y del impuesto sobre sociedades y la eliminación de la paga extra de diciembre a los empleados públicos”.
Los recortes y las subidas fiscales emprendidos por todas las Administraciones públicas han tenido reflejo en el déficit público
Los recortes y las subidas fiscales emprendidos por todas las Administraciones públicas han tenido reflejo en el déficit público. La desviación presupuestaria del conjunto de las Administraciones públicas hasta octubre es de unos 55.000 millones —un 5,5% del PIB aproximadamente, cuando el objetivo es del 6,3%—. Este desfase presupuestario es inferior en 5.800 millones al del mismo periodo de 2011. Supone un buen dato para el Ejecutivo, que ha conseguido limitar la sangría del déficit público en un escenario de recesión. No obstante, si se tiene en cuenta el impacto de las ayudas a la banca, que se pagará con el rescate de Bruselas, el déficit público ascendería hasta los 99.600 millones, el 9,96% del PIB.
El organismo que preside Luis Linde destaca en otro capítulo del informe que un aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) aumenta la posibilidad de perder empleo. “A pesar de que el colectivo potencialmente afectado por los aumentos del SMI es reducido, su impacto sobre la probabilidad de perder el empleo es significativo, especialmente para algunos grupos de trabajadores como los jóvenes y los mayores de 45 años y las mujeres de mediana edad”, concluye el supervisor en su último informe. Y añade que el efecto podría ser mayor si se traslada el efecto de la subida del SMI a los convenios.
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