EL VATICANO Y LA SIMBOLOGÍA PAGANA
Para sorpresa de muchos, la mía al menos, el Vaticano exhibe en la Plaza de San Pedro una cantidad de símbolos que, a los ojos del mundo occidental y cristiano se consideran “paganos”.
Antes de seguir avanzando viene bien tener a mano la definición de “pagano“: del latín paganus, que significa ‘habitante del campo’, ‘rústico’, es un concepto que se encuentra por primera vez en inscripciones cristianas de principios del siglo IV en el ámbito cultural del Imperio romano para designar a quienes en aquella época adoraban a los dioses y, por ende, rechazaban o desconocían la creencia en un Dios único que, según la fe judía y cristiana, se habría revelado en la Biblia. En similar sentido se utiliza el término “gentil“, aunque su origen es diferente. Al traducirse la Biblia del griego koiné al latín (Vulgata), se eligió el término gēns (de donde deriva la palabra gente) para significar sucesivamente el linaje, la raza, el pueblo y el país. En plural, gentes se utilizaba para designar a los extranjeros, en contraposición a los romanos, y en el mismo sentido se utilizó el diminutivo «gentiles», que aparece en la lengua francesa del siglo XV.
En primer lugar, en cuanto al origen del nombre “Vaticano”, podemos constatar que el mismo no es bíblico, ni latino, ni griego. Los etruscos, un pueblo que desciende los griegos y que existieron antes que los romanos, construyeron un cementerio en una colina que terminó siendo lo que hoy es Roma. El nombre de la diosa etrusca que guardaba dicha necrópolis era “Vatika”. Siglos después, aquella ladera fue el lugar destinado para un circo y, según la leyenda, allí había sido ejecutado San Pedro, crucificado boca abajo y enterrado no muy lejos. Constantino, primer emperador católico, fundó allí un santuario cuando el lugar ya se conocía como la Colina Vaticana. Otros pocos siglos después, allí se construyó el palacio papal y así es como el “Vaticano”, palabra de origen etrusco y que correspondía a una diosa pagana, da nombre al corazón mismo de la Iglesia.
Podemos encontrar en la Plaza de San Pedro, en pleno Vaticano:
1. Un obelisco egipcio
Los obeliscos egipcios solían colocarse a las entradas de los templos, y llamativamente, eso es lo que encontramos frente de la entrada de la Basílica de San Pedro: un obelisco egipcio de granito rojo de 25 metros y de 320 toneladas.
Y no se trata simplemente de un obelisco hecho en Roma al estilo egipcio, sino que es un auténtico obelisco egipcio que anteriormente fue parte de un templo real y concreto. Es además uno de los pocos obeliscos egipcios que no tiene inscripciones jeroglíficas.
Que viene a representar exactamente un obelisco?
Actualmente se entiende que, originalmente estos obeliscos se asociaban con el culto al dios “Sol”. Los paganos, al notar que el sol daba vida a las plantas y al hombre, lo adoraron como a un Dios, el gran otorgador de la vida. Más, como también notaban que a través de relaciones sexuales se producía vida, el falo, órgano reproductivo masculino, fue también reconocido como un símbolo de vida y, por ende, un símbolo del dios Sol. De ahí el significado del obelisco como símbolo fálico de adoración al dios Sol, creador de la vida.
Cómo llegó este obelisco ahí?
Originariamente estuvo emplazado en el templo de Ra en Heliópolis, Egipto, donde lo mandó levantar el faraón Amenemhet II (1985-1929 a.C.). En el año 30 a.C., cuando Augusto conquistó Egipto, lo hizo trasladar al Foro Julio de la ciudad egipcia de Alejandría. El año 37 d.C. el emperador Calígula lo hizo llevar a Roma para colocarlo en el circo de la colina Vaticana, que posteriormente sería conocido como el “Circo de Nerón”.
En 1586 el Papa Sixto V decidió moverlo una corta distancia para ubicarlo justo frente a la Catedral de San Pedro – lugar donde sigue ubicado en la actualidad. La razón para que este obelisco forme parte de la entrada de la Catedral es en conmemoración del martirio de San Pedro en el Circo de Nerón, pues junto a este se le crucificó, y por eso se le conoce como el “testigo mudo”. Para asegurarse el máximo cuidado en la difícil empresa de mover este pesado objeto, el Papa decretó la pena de muerte en caso de que el obelisco fuera maltratado y terminara roto. Tal sentencia indica por sí misma la importancia que la Iglesia Romana atribuía a este ídolo.
Heliópolis (“Ciudad del Sol” en griego; “Iunu” en egipcio) era la principal ciudad egipcia del culto al dios solar Ra, por eso era también conocida como Per-Ra (Ciudad de Ra). En esta ciudad se encontraba uno de los mayores y más importantes templos de Egipto, que durante la dinastía II fue además un importante centro astronómico, en el cual, el gran sacerdote tenía el título de Jefe de los observadores. Durante el reinado de Dyeser, este título correspondía a Imhotep.
El templo de Ra se dice que era un depósito para los registros reales, y Herodoto afirmaba que los sacerdotes de Heliópolis estaban mejor informados en materia de historia que todos los egipcios. Heliópolis también floreció como lugar de aprendizaje durante el período griego; las escuelas de filosofía y astronomía se dice que fueron frecuentadas por Pitágoras, Platón, Solón y otros filósofos griegos.
Pero la Biblia es explícita respecto del culto al Sol:
Eze.8.16. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.
2Re.23.11. Quitó también los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol a la entrada del templo de Jehová, junto a la cámara de Natán-melec eunuco, el cual tenía a su cargo los ejidos; y quemó al fuego los carros del sol.
Jer.43.13. Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y los templos de los dioses de Egipto quemará a fuego.
Siendo el significado de “Bet-semes”, “Ciudad del Sol” en hebreo (“Bet Shemesh”), se entiende que la “Bet-semes, que está en tierra de Egipto” es la Heliópolis en cuestión.
Por esto, suena más que contradictorio que el mismo obelisco que una vez estuvo en un antiguo templo de adoración al sol, en Heliópolis (o Beth-semes), el centro mismo del paganismo egipcio, se encuentre ahora en la entrada de Catedral de San Pedro, la iglesia magna del catolicismo, quien tanto hizo para erradicar toda huella de las religiones paganas, como la egipcia.
Las cuatro inscripciones de la base dicen:
- Sixto V Pontífice Máximo consagró a la cruz invicta el obelisco Vaticano, purificado de la impura superstición, de manera justa y feliz en el año 1586, segundo de su pontificado.
- Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Cristo defiende su pueblo de todo mal.
- Esta es la cruz del Señor. Huid, enemigos. Vence el león de la tribu de Judá.
- Sixto V, Pontífice Máximo, transportó con mucha fatiga el obelisco Vaticano, anteriormente dedicado al culto impío de los dioses de los paganos, en la Sede de los Apóstoles, año 1586, segundo de su pontificado.
2. Un Zodiaco
Como si fueran pocas las vinculaciones de este obelisco con la adoración al Sol, este objeto es además un enorme calendario astronómico ya que este enorme gnomo proyecta su sombra sobre un esquema del zodiaco demarcado en la Plaza San Pedro, el cual además detalla las fechas y constelaciones de los solsticios.
En 1817, durante el papado de Pío VII, se colocó en el suelo, alrededor del obelisco, una rosa de los vientos y una línea de granito que indica los puntos en los que a lo largo del año se proyecta la sombra del obelisco al mediodía, convirtiéndose así en el gnomo de la meridiana (el objeto que genera la sombra en los relojes de sol) más grande del mundo.
La línea de bloques de granito se extiende desde la base del obelisco, pasa bajo una de las fuentes y llega hasta las columnas. La línea hace de meridiano de la plaza, y el obelisco proyecta su sombra sobre ella exactamente al mediodía solar. La sombra de la punta del obelisco alcanza las losas zodiacales en los días señalados. Hay 7 losas a lo largo de la línea con las fechas y los nombres de las constelaciones zodiacales. Los discos más extremos de la línea (más cercano y más alejado del obelisco) solo tienen una fecha y una constelación, e indican los solsticios de verano e invierno respectivamente. Los otros cinco discos tienen dos fechas y dos constelaciones del zodiaco e indican cuándo el Sol entra en cada una de ellas.
Por caso, aplicado sobre el suelo, justo en la línea meridiana, se puede observar la losa redonda de mármol blanco con la inscripción: “ARIETE 21 MARZO * BILANCIA 23 SETTEMBRE” (Aries 21 de marzo * Libra 23 de septiembre), que se refiere a las fechas de los equinoccios y las constelaciones en las que se encuentra el Sol en esos momentos.
Que tiene de particular que haya un calendario en la plaza del Vaticano?
Muchas civilizaciones ancestrales se dedicaron, con asombrosa obsesión y precisión, a la observación y adoración de los astros. Podríamos decir que, de hecho, el estudio de los astros es una característica propia de las civilizaciones paganas, como así también lo es la alineación de monumentos para generar proyecciones de luz y sombra específicas. Este culto se debe a que, en muchos casos, sus relatos mitológicos afirman que sus dioses descendieron del cielo, provenientes de planetas que forman parte del sistema de determinadas estrellas.
Muchas de estas culturas lograron un increíble bagaje de conocimientos astronómicos, algunas armaron calendarios de impresionante precisión, otras construyeron monumentos de adoración alineados hacia los puntos cardinales o ciertas estrellas puntuales, y otras más, han creado observatorios astronómicos que les indicaba las fechas exactas de ciertos acontecimientos.
La observación de los astros era por tanto una actividad de culto para muchas culturas ancestrales “paganas” como Sumerios, Babilonios, Egipcios, Griegos, Hindúes, Mayas, Aztecas, Dogon, etc. quienes registraron con precisión los movimientos de los astros, lo que les permitía organizar sus vidas en función de los ciclos de sus “dioses”.
Los sumerios son acreedores del conocimiento astronómico más sofisticado de la antigüedad. Agruparon las estrellas en las constelaciones que hoy reconocemos, les dieron los nombres que aún usamos y las localizaron en el firmamento. Registraron el movimiento de avance diario del sol en su aparición por el horizonte y detectaron que hay un momento en el año en que sale 2 días en el mismo sitio. En esos dos días, el día y la noche tienen la misma duración, y lo convirtieron en un punto de referencia al que llamaron equinoccio. Con ese punto de referencia empezaron a contar el transcurrir del tiempo de la tierra.
Los Mayas diseñaron sus pirámides de modo de lograr un efecto de sombras durante los equinoccios, tal que, al caer el sol, las sombras que generan sus escalones proyectadas sobre la gran serpiente Kukulkán, le dan un efecto visual dinámico dando la sensación que la serpiente desciende ondulante hasta la base de la escalinata.
Los Mexica dejaron plasmada su cosmogonía y su culto solar en la Piedra del Sol (también llamada Calendario Azteca), un disco monolítico de basalto de3,65 metros de diámetro y unas 24 toneladas de peso. En ella los mexicas exponen su visión sobre las eras de la humanidad cada unas de ellas representada por un Sol: la figura central es el Quinto Sol (Ollin), representado por el dios Tonatiuh (Dios del Sol), siendo las cuatro figuras que lo rodean, las cuatro eras / soles que lo antecedieron: el Jaguar, el Viento, la Lluvia y el Agua.
Los constructores de Stonhenge montaron un verdadero observatorio astronómico de impresionante precisión, en una época en la que teóricamente todavía no se había inventado la escritura. La estructura de Stonehenge permite identificar el punto de la salida del Sol durante el solsticio de verano, el 21 de junio, proyectando una línea entre la “piedra de altar” y la “piedra talón”, y de igual forma los dos montículos y menhires ubicados junto al foso circular están alineados para apuntar hacia las salidas y puestas de sol durante los solsticios de verano e invierno. También marcan las salidas y puesta de la Luna durante los solsticios de invierno.
En otras palabras Stonehenge era un templo dedicado a los movimientos del Sol y de la Luna, como tantos otros monumentos pétreos en forma de dolmenes, cromlech, túmulos y menhires. La parte más antigua de la obra data aproximadamente de 3100 años AEC y parece haber sido abandonado hacia el año 1100 AEC, como tantas construcciones megalíticas de la antigüedad.
3. Una disposición en forma de Ankh y el símbolo de Ishtar/Shamash
Algunos observan la similitud de la disposición de la Plaza y la Catedral de San Pedro con el símbolo de la “cruz ansada”, y de la figura de ocho puntas (que se puede apreciar bien desde una vista aérea), con el símbolo de los dioses babilónicos Ishtar y Shamash. De corroborar la semejanza, la pregunta que surge es si estas similitudes son en todo caso buscadas.
El Anj (ˁnḫ) (☥) es un jeroglífico egipcio que significa “vida”, también denominada cruz ansada (por la parte superior en forma de asa o ansa), “llave de la vida” o “cruz egipcia”. Según algunas interpretaciones, la “T” de la parte inferior del Ankh representaría el falo masculino, mientras que el asa representaría el útero de la mujer, reflejando la dualidad de los opuestos, y simbolizando la reproducción y la unión sexual.
El símbolo llamado “espejo de Venus” se utiliza para representar a la diosa romana Venus, que también se emplea para representar el planeta Venus, y en biología se aplica para hacer referencia al sexo femenino. Etimológicamente, Venus podría provenir de “vanas”, que en sánscrito significa ‘adorabilidad’, ‘deseo’, ‘anhelo’, sugiriendo una relación protoindoeuropea “wen-desear”. Venus era la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y es la asimilación de la Inanna sumeria, la Ishtar babilónica, la Astarté fenicia, la Astarot israelita y la Afrodita griega.
Ishtar, la diosa babilónica del amor y la guerra, se asociaba principalmente con la sexualidad: su culto implicaba la prostitución sagrada. La ciudad sagrada Uruk se llamaba la “ciudad de las cortesanas sagradas”, y ella misma fue la “cortesana de los dioses”. Más aún, Uruk, tenía entre sus celebraciones varias de carácter sexual y violento según consta en el poema babilonio a Erra, en el cual se critica duramente la actitud de un rey de Uruk, que no trata con suficiente amabilidad a las prostitutas, cortesanas y busconas […] a los chicos alegres que cambiaron su masculinidad por feminidad así como a los portadores de dagas, navajas, chuchillas y pedernal ya que éstos con sus actos agradan al corazón de Ishtar.
En cuanto a la figura delineada en la Plaza San Pedro, es llamativa su similitud con los símbolos de la diosa Ishtar, ya descripta, y del dios Shamash.
Por su parte, Shamash (Utu para los sumerios y Tammuz para los babilonios) era el dios del Sol y la justicia en la mitología mesopotámica, y hermano gemelo de Ishtar (Innana sumeria).
4. Escultura de una enorme piña
Hay una escultura de una colosal piña de bronce, de 4 metros de altura, situada en el nicho y en el patio a los cuales da nombre. La piña fue trasladada a su lugar actual en 1608. El escultor, según parece, es Publio Cincio Salvio. La Piña está flanqueada por dos pavos reales que provienen del Mausoleo de Adriano, cuyos originales están en el brazo nuevo de los Museos Vaticanos.
Que representa una gigantesca escultura de una piña en medio del Vaticano?
En el lenguaje esotérico, la piña, en referencia a la glándula pineal (que tiene forma de piña, y por eso su nombre), es el símbolo del “Ojo de la Mente“, un concepto multicultural asociado también con la “energía Kundalini”, el “Caduceo de Hermes”, y el “Tercer Ojo”, entre muchos otros.
El “despertar del tercer ojo” es el proceso del autoconocimiento, de la profundización de la noción de uno mismo. Entre los iniciados en los conocimientos ocultos, este símbolo se trata de un claro guiño de reconocimiento. Este símbolo está representado, en sus diversas versiones, en una gran cantidad de culturas ancestrales “paganas”, entre ellas la egipcia, sumeria, asiria, hindú, etc.
La idea de simetría en este tipo de imágenes se refiere a la noción de las energías opuestas que ascienden por la médula. Es muy habitual encontrar representaciones de este motivo, con la piña flanqueada por figuras de animales enfrentados. Por ejemplo, el “caduceo” egipcio, de una vara con una piña y dos serpientes enfrentadas. En el caso del Vaticano está dada por los dos pavos reales que ladean la piña.
5. Leones egipcios
A ambos lados de la fuente ubicada apenas debajo de la piña hay dos estatuas de leones con inscripciones egipcias. Los leones se encuentran colocados enfrentados simétricamente y pertenecen a la XXX dinastía.
Particularmente, los leones se identifican con los guardianes de los lugares sagrados. En el caso de los leones de China, es llamativo observar que la esfera de la Flor de la Vida, con todo el simbolismo de conocimiento oculto que conlleva, se encuentra bajo la pata derecha del león, casualmente, igual que la leyenda de las cámaras secretas debajo de la pata derecha de la Esfinge de Giza, otro león pero con cabeza humana.
Además, en el Patio de la Piña hay ocho esculturas de la diosa egipcia Sejmet (Sekhmet), también conocida por sus epítetos “La más poderosa”, “La terrible” (por su carácter violento).
Sekhmet era el símbolo de la fuerza y el poder, en la mitología egipcia y era considerada una diosa de la guerra y de la venganza. Fue representada como un ser con cuerpo de mujer y cabeza de leona (con melena), generalmente coronada con el disco solar, el Uraeus (serpiente protectora), y portando el Anj.
En 1818 fueron agregados a la base del obelisco de la Plaza de San Pedro, cuatro leones egipcios que son los guardianes del conocimiento.
La síntesis perfecta de los símbolos antes mencionados -el león como el guardián del conocimiento y la piña como el conocimiento mismo- es la imagen del escudo de la familia Onesti, que ha sido representada en la fachada misma del palacio Braschi: un león con una piña en su boca.
El palacio Braschi se halla situado en el centro de la Roma renacentista, entre la plaza Navona y el corso Vittorio Emanuele II. El edificio fue encargado al arquitecto Cosimo Morelli (1732-1812) para destinarlo a la residencia de Luigi Braschi Onesti, sobrino de Pío VI (Cesena 1717-Valence, 1799), elegido papa en 1775.
Conclusión
Es absolutamente desconcertante encontrar en este lugar, probablemente el más sagrado para el culto apostólico romano, semejante exposición pública de íconos, arquitectura y esculturas paganas cuando, hasta hace relativamente poco tiempo, el Santo Oficio de la Inquisición se ha ocupado de perseguir, torturar y purificar en la hoguera a los tenedores de este tipo de símbolos, luego de su correspondiente expropiación. Como se explica tamaña inconsistencia?
Yo creo que es posible que el obelisco haya terminado allí sin mayor análisis de su origen, al igual que los leones egipcios; y que la piña haya sido considerada una obra de arte, sin mayor atención a su simbología, lo mismo con el zodiaco; es probable que la estructura de la Plaza y la figura geométrica sean pura casualidad, y ni que hablar el origen del nombre Vaticano.
La pregunta que surge a continuación es que tan probable resulta que toda esta sucesión de eventos sea sólo una serie de desafortunadas coincidencias.
Last but not least: la cruz “patada” (pattée)
Por último y fuera de programa, ya saliendonos de lo arquitectónico, encontramos que es habitual que el pallium papal lleve la imagen de la “cruz patada” (por su ensanchamiento en las “patas”):
Este tipo de cruz en diferentes variaciones tiene precedentes en las culturas de Mesopotamia, con otros significados. Por caso, la siguiente representación del Rey Shamshi-Adad V (824 a 811 AEC), con una cruz patada (alisada y redondeada), que era el símbolo alternativo del dios del Sol y la justicia “Shamash”:
Además, hubo otras representaciones de “cruz patada” en variaciones similares:
Fuentes:
- egipto.com/obeliscos
- vacioesformaformaesvacio.blogspot.com.ar
- todolocreadoanteshasidopensado.blogspot.com.ar
- yomiroalcielo.blogspot.com.ar
- padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com.ar
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