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domingo, 27 de abril de 2014

Alarmante ola de suicidios en Norteamérica de ex soldados en guerras de Irak y Afganistán

Alarmante ola de suicidios en Norteamérica de ex soldados en guerras de Irak y Afganistán

Alfredo Saavedra

Unos 350 soldados excombatientes de los Estados Unidos y Canadá se han suicidado en el curso de un año, según estimativos oficiales divulgados por la prensa de esos países, en lo que se califica de una preocupante epidemia, atribuida a lo que se considera consecuencia de un desorden de la personalidad que los expertos culpan por la experiencia de los veteranos de guerra en el escenario de combate como resultado de los conflictos en Irak para el caso de los estadounidenses y de Afganistán con los canadienses.

A finales del año pasado, en una sola semana, se produjeron cinco suicidios de ex soldados, en diferentes partes de Canadá, dentro de lo que en forma técnica es calificado síndrome de desorden post traumático o sea PTSD en sus siglas en inglés. O sea trauma causado por las consecuencias de la guerra. Cuando se dio a conocer el hecho de esos recientes suicidios, el gobierno canadiense por medio del ministro de defensa Rob Nicholson, presentó sus condolencias a los familiares de las víctimas, asegurando que oficialmente se han hecho asignaciones financieras para facilitar el tratamiento de los soldados en su retorno al país.

En esa ocasión el funcionario dijo que “ofrecía sus plegarias” en homenaje a los ex soldados que tomaban esa extrema determinación, pero soldados afligidos por el mencionado desorden dijeron que no “bastaban las oraciones” para prevenir la eventualidad del suicidio, pues su clamor de atención no había sido atendido en forma debida.

Aunque no se da noticia de todos los casos de suicidio, se reporta en la prensa que la incidencia del fenómeno ha crecido con el paso del tiempo en particular por la falta de adaptación al entorno social de los excombatientes, acosados por la memoria de los sucesos en que se vieron envueltos, aunque resultado del extravío mental que lleva a la auto inmolación de los ex soldados es en muchos casos el recuerdo de la muerte en combate de sus camaradas.

Un caso típico de esa situación fue el de una acción en Irak, donde luego que un pelotón de tropa estadounidense fue atacado con una explosión que mató mutilados a varios de sus integrantes, el comandante de la unidad invasora, un sargento de apellido Ramírez, de origen de la comunidad hispanohablante de Estados Unidos, emprendió una masacre de la población civil de la localidad, pasando el propio Ramírez y sus soldados de casa en casa matando en forma despiadada a sus ocupantes incluyendo bebés en sus cunas. El ametrallamiento de las infelices familias fue uno de los episodios que, sin ser el único, se convirtió en una de las más infames acciones de guerra. Según se documentaría el mismo Ramírez padeció ataques de locura después, acosado por el remordimiento de sus propias acciones.

No menos memorable, en términos de crueldad, sería el ataque de tropas aliadas en la población de Faluja, Irak, donde los civiles resultaron los más afectados, con pérdida de vidas incluyendo mujeres y niños y destrucción material. Los casos se repitieron en innumerables lugares y circunstancias en lo que fue la suma de las atrocidades de una guerra que degeneró en un conflicto interminable, en un país que tras ser gobernado por una autocracia apadrinada por el gobierno de los Estados Unidos pero con relativa estabilidad, terminó en una anarquía que con la contienda de bandos antagónicos, tiene a esa nación sumida en un caos cuya manifestación más trágica ha sido la de permanentes atentados que han diezmado a la población de forma siniestra.

Es seguro que el impacto de ese estado de cosas incida en la conciencia de los militares que de alguna forma tienen un alto grado de sentimiento de culpabilidad, que se agrega a sus situaciones personales de invalidez, impotencia de resistir el encuentro de una realidad que los agobia luego de su retorno del entorno de combate, con la aflicción de no responder a las necesidades en sus hogares y con la carga además del abandono a que se sienten sometidos por la indiferencia del estado para atender sus casos de deterioro por las consecuencias del trauma posguerra.

Muchos soldados se abandonaron al abuso del alcohol y de las drogas en general, en busca de escape para el tormento de sus vidas destrozadas por los inevitables fantasmas de su realidad de testigos de una guerra lanzada por los ejecutores del poder, en la comodidad de sus existencias sin el peso de las dificultades de los que en su nombre fueron a ocasionar el desastre de países ajenos al propio.

Críticos del problema han señalado que los reportes de la prensa, atenidos a declaraciones de algunos ex soldados, incluyendo muchos en activo, así como de sus familiares, por una supuesta frustración ante la expectativa de causar baja de manera permanente, sin oportunidad de regresar a las líneas de combate, es desvirtuar la verdadera razón del origen del problema que, como ya se indicó, consiste esencialmente en el trauma originado por los sucesos en que se vieron envueltos durante las acciones de guerra.

El gobierno por su parte resta énfasis a esa asunción pues en el caso de Canadá –lo que de alguna forma es verdad- las fuerzas militares canadienses unidas a la coalición en Afganistán, estuvieron más bien comprometidas en proyectos de infraestructura y adiestramiento y no de participación en el frente de guerra. En este caso, como ha sido bien conocido, fueron soldados de Estados Unidos e Inglaterra los que principalmente han tenido un rol de combate.

Pero aún con una participación no comprometida en hostilidades, la fuerza militar de Canadá, en su trabajo desligado de acciones bélicas, fue objeto de pérdida de vidas en sus filas, mayormente por los atentados con la colocación de artefactos explosivos en carreteras y otros sitios, con lo que muchos soldados que sobrevivieron esas acciones fueron afectados con mutilaciones y otros daños físicos, causantes del trauma que los ha conducido a la deplorable situación del suicidios. El gobierno canadiense ha anunciado su preocupación por resolver la situación y, como se indicó, informó de la ejecución de programas para la atención del problema.

Desnuda protesta contra gobierno venezolano: una grotesca insolencia

Desnuda protesta contra gobierno venezolano: una grotesca insolencia

Alfredo Saavedra

El repudiable incidente atribuido a simpatizantes del gobierno venezolano, que culminó con el despojamiento de las ropas de un hombre participante en las protestas de la oposición en Caracas, dio lugar a una masiva obscena exhibición de supuestos adherentes a los desórdenes provocados en esa capital en busca de la desestabilización del régimen democrático presidido por Nicolás Maduro e iniciado por el extinto presidente Hugo Chávez.

La respuesta al atropello a ese ciudadano, humillado al quedar sin ropas en la vía pública, ha desembocado en una acción a través del sistema del “Facebook” del Internet, que se ha manifestado con la exhibición de cuerpos desnudos de quienes pretenden de esa forma expresar su repudio al acto ya mencionado. Miles de fotos de hombres y mujeres totalmente desnudos exponiendo sus genitales se han colocado en el citado sistema, en lo que al parecer es más bien una desordenada participación, que aunque instigada por la oposición, tiene la participación multitudinaria de gente perversa que de esa forma desahoga instintos malsanos con un pretexto del cual hasta es probable que ignoren su origen.

La oportunidad les ha venido de perlas a los alborotadores que no tienen vela en ningún entierro y que lo mismo les da “verde que maduro”, contentos de entrar de rompe y rasga en los desórdenes, y entonces prestos a la malacrianza se unen a una revuelta de mal gusto exhibiendo su pobreza de civismo en desafío a normas convencionales de decencia. Siempre ha sido así, en las masas debido a carencias culturales o por rencores reprimidos hay una turba que encuentra en todo tiempo y por cualquier motivo, donde dar suelta a emociones restringidas y que se expresan en casos extremos con tendencias destructivas y en la situación actual con el desnudismo, una abierta determinación de ofender o armar escándalo lo cual, como se ve, no tiene justificación política sino de miserable exposición humana.

El suceso ha sido destacado de manera tendenciosa por los medios de la televisión en español de los Estados Unidos, propiedad del exilio cubano anti-castrista, con desempeño sin profesionalidad y que transmiten desde el denominado basurero de Miami. Con la difusión de ese hecho los responsables de esos medios caen en delito pues la exposición al desnudo con fines maliciosos en Norteamérica es ilícita pues en términos legales implica un atentado sexual.

Pero independiente de las connotaciones éticas y judiciales que pueda tener esa acción, resulta un acto reñido con la estética pues la manifestación de la desnudez de esos infelices, se convierte en una deplorable exhibición, pues se trata de individuos con humanidades que mejor fueran presentadas para un estudio de la antropología o la ciencia médica, para examinar las deformidades que caracterizan al patrón de los expuestos.

La mencionada televisión anti-castrista informó que la actriz en desgracia Concha Alonso, conocida por su inveterada posición derechista, se había unido a la protesta de los “desnudos” exhibiéndose empelotada, que si lo hubiera hecho hace 50 años, cuando tenía veinte, hubiese sido una expectante novedad pero ahora decrépita, la pobre no se hace ningún favor y con su foto al desnudo en lugar de dar prestancia a su figura lo que da es lástima. En fin, que viva el desnudo en la vida, pero el que la enaltece no el que la degrada.